Hace unos días quedé a cenar con algunas amigas. Seguro que siempre te viene a la cabeza el típico «¿Y qué me pongo?» o aún peor…»No tengo nada que ponerme…» Era una noche especial pues no solemos salir sin maridos y niños y además luego íbamos a tomar algo e incluso a bailar.
Más típico imposible: quieres ir arreglada, pero sin pasarte. Que parezca que te has puesto lo primero que has cogido del armario (en mi caso no fue lo primero, pero sí lo segundo, jajajaja¡¡ ). Además, que te veas, y que te vean bien, diferente a como sueles ir en tu día a día. Imprescindible calzado cómodo que luego los pies sufren, y más si el plan es ir a bailar después, pero con algo de tacón, que las que medimos un metro sesenta siempre hemos querido ser más altas. Y también, algo para los brazos que luego por la noche refresca y una se queda helada enseguida…
Con todos estos condicionantes, el resultado fue el que te muestro a continuación:
Opté por este vestido en un color amarillo suave, muy claro. Tiene mucha caída y unos volantes en la zona inferior que dan movimiento al conjunto.
Lo compré el año pasado en Mulaya, en una de sus tiendas de Madrid. Es muy fresquito y cómodo de llevar. Para los pies unas sandalias con cuña, que siempre son más cómodas y con uno tono beige/dorado.
Nos hizo muy buena noche, nada de frío, pero por si acaso opté por llevar este kimono azul. Es muy suelto, de una tela muy suave que imita denim. Y así quedaba puesto:
El bolso es una cartera en rafia en color beige con algo de brillo y con cadena para poder llevarlo colgado:
Y en el cuello un colgante dorado, que luce más si estás algo morena:
Y hasta aquí, los detalles del look. Lo pasamos muy bien, y bailamos mucho. Con ganas de repetir en el futuro…mmmm ¿y qué me pongo? Ya veremos ¡¡ 🙂
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